martes, 28 de agosto de 2012

EGUZKILORE, la leyenda.

Eguzkilore (flor del sol). Carlina acanthifolia (ver más aquí)

Hace miles y miles de años, cuando los hombres empezaban a poblar la tierra, no existían ni el sol ni la luna y los hombres vivían en constante oscuridad, asustados por los numerosos genios que salían de las entrañas de la tierra en forma de toros de fuego, caballos voladores, enormes dragones...

Los hombres, desesperados, decidieron pedir ayuda a la Tierra. -Amalur (madre Tierra)-le rogaron-te pedimos que nos protejas de los peligros que nos acechan constantemente... La tierra estaba muy atareada y no hizo caso a los hombres, pero estos tanto y tanto insistieron que al final les atendió: -Hijos míos, me pedís que os ayude y eso voy a hacer. Crearé un ser luminoso al que llamaréis Luna. Y la Tierra creó la Luna. Al comienzo, los hombres se asustaron mucho y permanecieron en sus cuevas sin atreverse a salir, pero, poco a poco, fueron acostumbrándose. Al igual que los hombres, los genios y las brujas también se habían atemorizado al ver aquel objeto luminoso en el cielo pero también se acostumbraron y no tardaron en salir de sus simas y acosar de nuevo a los humanos.

Acudieron una vez más los hombres a la Tierra. -Amalur -le dijeron- te estamos muy agradecidos porque nos has regalado a la madre Luna pero aún necesitamos algo más poderoso puesto que los genios no dejan de perseguirnos. -De acuerdo, crearé un ser todavía más luminoso al que llamaréis Sol. El Sol será el día y la Luna, la noche. Y la Tierra creó al Sol. Era tan grande, luminoso y caliente que los hombres tuvieron que ir acostumbrándose poco a poco pero su gozo fue muy grande porque, gracias al calor y a la luz del Sol, crecieron las plantas de vivos colores y los árboles frutales. Y, lo que es aún más importante, los genios y las brujas no pudieron acostumbrarse a la gran claridad del día y desde entonces sólo pudieron salir de noche.

Otra vez fueron los hombres a ver a la Tierra. -Amalur -le dijeron- te estamos muy agradecidos porque nos has regalado la madre Luna y la madre Sol pero necesitamos aún algo más porque aunque durante el día no tenemos problemas, al llegar la noche los genios salen de sus simas y nos acosan. Nuevamente, la Tierra les dijo: -Está bien. Voy a ayudaros una vez más. Crearé para vosotros una flor tan hermosa que, al verla, los seres de la noche creerán que es el propio Sol. Y la Madre Tierra ( Amalur ) creó la flor Eguzkilore (Flor del Sol). Al verla todos los genios nocturnos pensaron que era el sol y huían de allí.

Esta flor protege y defiende nuestras casas de los malos espíritus, brujos, lamías, genios de la enfermedad, la tempestad y el rayo.
Cuenta una leyenda, que las brujas no entraban en las casas donde estaba colgada en la puerta la flor EGUZKILORE, ya que como mujeres, se sentían atraídas por su belleza, por su color dorado y sus pelillos de terciopelo. Se ponían a contar los pelillos dorados de terciopelo, se entretenían contándolos y les llegaba el amanecer, con lo cual debían volver a sus escondrijos.
 Hay que recordar, que en la antigua religión de los Vascos la madre tierra ( Amalur ) y el sol y su representación grafica lauburu ( cuatro cabezas ) constituían las diosas supremas. Esto tambien ocurría en otras culturas que adoraban al sol. Se pueden encontrar cosas similares en Cantabria , en las culturas Euroasiaticas, en muchos sitios de la Península Ibérica con vestigios de poblaciones antiguas, o por ejemplo en Alaska.




En algunos sitios, esta planta esta protegida. Si la veis, os ruego la dejéis en el monte que es donde mejor esta. Estoy seguro que algunas veces habréis podido leer este lema en camisetas, etc. “ Loreak Mendian “ o lo que es lo mismo “ Las flores en el Monte “. No pasa nada por coger una para que nos preserve la casa, pero tener en cuenta que no podemos coger cada uno una. Quizás este sea el mayor riesgo de popularizar algo. Hasta ahora eran algunos, sobre todo navarros, los que la ponían en sus casas, Ahora se diseñan joyas, se populariza y se conoce por muchos.
Esperemos que seamos capaces de respetar y no acabemos por cargárnoslas.