sábado, 9 de abril de 2011

La vendeja

Término o "palabro" con el que se identifica a la fruta y verdura que llevan a vender al mercado las aldeanas.



Todos los sábados, con la primavera, aparece José Luis bajo mi ventana. Improvisa un tenderete en el que pone a la venta los productos que durante la semana ha recogido de su huerta. Lechugas, tomates y cebolletas. Huevos frescos de gallinas picasuelos, planta de pimiento y escarolas... Productos frescos sin intermediarios. Algo que ya tiene los días contados. Recuerdos de otros tiempos...

Por lo que se refiere a la acepción que nos habla de la venta pequeñita y callejera, un buen ejemplo puede ser el del cuento de D. Miguel de Unamuno, titulado: "Chimbos y Chimberos", en el que aparecen unas aldeanas vascas:


"Cruzaron con un chinel, y empezaron a trepar como garrapos por la estrada del Tívoli. Cruzaban, a ratos, con aldeanas, que llevaban sobre la cabeza la cesta, cubierta con el trapo blanco, y, sobre éste, la cestita de la vendeja..." (Pág. 125)


En "Breve historia del Funicular de Artxanda", su anónimo autor nos cuenta lo siguiente:


"A finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX, muchos bilbaínos utilizaban el monte Arxanda como lugar de esparcimiento y diversión, creándose en el entorno un casino y diversos "txakolis" donde la gente disfrutaba de su tiempo de ocio.
Este fue el motivo para que desde el año 1901 al 1912 se valorara el proyecto preparado por Bernardo Jiménez de un tren de cremallera que uniera el centro de la villa con el monte Artxanda. Este proyecto no llegó a salir adelante debido a la falta de financiación.
Pero más adelante, en 1915, la Dirección de Obras Públicas aprobaba un proyecto de D. Evaristo San Martín y Garaz. (...)
Durante el asedio de Bilbao en la Guerra Civil, fueron bombardeadas las vías y la estación superior, con lo que se interrumpió el servicio hasta que el 18 de julio de 1938(sic) se reinició el servicio, con arreglos provisionales, bajo proyecto de Mariano del Corral.
Eran épocas, como recuerda algún empleado en que por el precio del billete ( 60 céntimos de peseta) se bajaban desde la vendeja de las aldeanas de la zona para ser vendida en el mercado, hasta motos para su arreglo e incluso terneras para ser llevadas al matadero..." (www.bilbao.net)

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