jueves, 20 de septiembre de 2012

Lanzarote y sus vinos



"Entre todos los placeres puramente sensoriales que pueden pagarse con dinero, el que proporciona el vino, el placer de saborearlo y el placer de apreciarlo, ocupa el grado más alto".

(Ernest Hemingway )


Lanzarote es Vino Vivo, melodía pausada de una herencia noble que crece en su clima subtropical seco gracias al ingenio de anteriores generaciones.


Su pueblo se hizo aliado de las arenas volcánicas para ganar hasta la última gota a una climatología adversa, y se ha forjado en permanete lucha con las escasas precipitaciones hasta lograr descifrar los secretos del frescor que aporta la noche.
Oculto en algunos casos, hasta diez metros de profundad está el antiguo suelo, el manto fértil, en el que se hunden sus raíces veteranas y renovadas cepas.

Un cultivo diferente
La gran erupción de 1730-36 cubrió un tercio de la isla e inutilizó sus mejores zonas de cultivo. El benefactor manto de arena negra (picón) que, conjuntamente con los muros de piedra volcánica, realiza una función termorreguladora, preserva la humedad de la tierra vegetal tanto de la elevada insolación como del casi constante viento reinante. Las labores de la viña se realizan de forma enteramente manual porque el marco de plantación impide la mecanización y el riego. Proceso artesanal desde la plantación de las varas hasta la recogida de las uvas.




Predomina la malvasia una variedad de uva perfectamente adaptada al medio, pequeña y de gran calidad por su equilibrio, sabor y perfume que luego traslada al vino. Es precisamente esta uva la que da el matiz al vino de Lanzarote, fundamentalmente blanco dorado.
 Otras variedades son: Moscatel, Listán Blanca y Negra, Diego, Burra Blanca y Negramoll.


EL PICÓN, RESERVA DE HUMEDAD

El paisaje singular de La Geria, situada en el centro de la isla de Lanzarote es el resultado de importantes erupciones volcánicas. Si bien los efectos de las erupciones volcánicas fueron catastróficos para toda la isla, pronto los habitantes observaron los beneficios de las cenizas y de las arenas volcánicas que cubrían el suelo fértil.



Se descubrió que algunas plantas, como la vid, crecían incluso mejor en las tierras cubiertas por arenas volcánicas, ya que el manto de cenizas retenía la humedad ambiental y evitaba su evaporación, muy eficaz en una zona donde las lluvias son escasísimas.


El cultivo de la vid, insignificante antes de la erupción, pronto se extendió, prosperó y dibujó un paisaje singular en el que el verde de las cepas pintaba los lapillis negros. La Geria se ha convertido en un paisaje agrario singular y de gran belleza. La tradición de la viticultura se ha consolidado y se ha mantenido inalterable. La Geria es un espacio protegido desde el año 1994.



HOYOS Y MUROS: ARQUITECTURA PARA LA VID
La capa de picón puede alcanzar un espesor de 1 a 3 metros; incluso en algunos lugares alcanza un grosor de 10 metros.
El viticultor cava un hoyo en forma de cráter de unos 4 metros de diámetro para que las raíces de la planta puedan alcanzar la tierra fértil. Tradicionalmente, los hoyos se realizaban con la fuerza de un camello que arrastraba una pala mientras marchaba de manera circular.
La planta, que crece en el interior del hoyo de manera extensiva y cerca del suelo, queda protegida de los persistentes vientos alisios.
Para reforzar el resguardo de la planta del viento, se construye un muro semicircular con piedras volcánicas amontonadas orientado al noroeste, punto por el que soplan los alisios.


LA VENDIMIA: EL FRUTO DEL ESFUERZO
La vendimia es una de las labores más importantes, pues no solamente se recogen los frutos de la vid sino también el esfuerzo de todo un año. Es un trabajo que se realiza con cuidado extremo para que la uva llegue en las mejores condiciones a la bodega.



El viticultor espera que la uva alcance el punto óptimo de maduración para así obtener un vino de la mejor calidad. Por ello, el tiempo de vendimia es largo: suele empezar a mediados de julio y no finaliza hasta mediados de septiembre. Es necesario recoger variedad por variedad, ya que el proceso de maduración de cada una de ellas es distinto.



Para la elaboración de vinos dulces, muy característicos de la isla, los racimos cortados se dejan pasificar extendidos al sol para aumentar el contenido en azúcar de la uva.






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