Y sin embargo para las gentes que se sientan bilbaínas por encima de todo, y hacen gala de ello en cualquier rincón de la Tierra, estas imágenes y sus relatos forman parte del abc de su existencia y de su memoria.
Desde el pastel de arroz hasta esa reina ácrata y festiva (Marijaia) que enamora a una ciudad liberal que lo mismo llama la catedral a su campo de fútbol que, por ejemplo, considera que el mundo es sólo un Bilbao más grande o que los rusos en Bilbao son "de toda la vida" unos pasteles de nieve.
82 iconos para una ciudad que navega por este nuevo siglo sabiendo unir con naturalidad el bacalao con el titanio, un perro de flores (Puppy) con un tigre de cemento y el sirimiri con los fosteritos, mientras se permite pisar una baldosa que lleva por el ancho mundo su propio nombre o disponer de un color propio: azul Bilbao o un tipo de letra específicamente bilbaína ( por supuesto, compuesta sólo de mayúsculas).
En el siglo XXI, las gentes del Botxo están demostrando, de nuevo, ser capaces de casi todo, y por ello siguen volando lo más alto que pueden como esos pequeños pájaros: los chimbos, el otro nombre de los bilbaínos.